ESCOCIA



ESCOCIA  dirigida por  Ginés Cruz

































ESCOCIA  dirigida por  Silvia Ortega Vettoretti



















ESCOCIA


Texto  y  fotografías:  Eugenia Galeano Inclán
Octubre 2017



Como bien se dice, "cada cabeza es un mundo".   Cada persona tiene sus propios pensamientos y percepción.  Por ejemplo, al leer un libro o ver una película, a la gente puede gustarle o no.  Habrá quien diga que es excelente y quien opine que no le encontró cualidad alguna.   Aparte de las preferencias individuales, también interviene nuestra situación emocional en ese momento, lo que estemos atravesando y las experiencias acumuladas.  Es decir, que ni nosotros mismos tenemos un gusto permanente o inquebrantable.  Esto obedece a que el ser humano está en constante evolución y lo vivido cambia las perspectivas.  Es probable que tú lo hayas comprobado si es que has releído uno de tus libros favoritos después de años.  Igual te sigue gustando, pero el impacto ya no es el mismo.  Tu enfoque ha cambiado y ves las cosas de otro modo.

En resumen, todo relato es captado según quien lo lee o escucha.  En el caso del teatro, cada director percibe un texto conforme a su particular visión, estilo, experiencia y trayectoria.  En consecuencia, fundamentará su montaje acorde a su propia visualización de la narrativa.  

En ocasiones, nos ha tocado ver una obra en diferentes montajes.  Lo común es que transcurran años entre una puesta en escena y otra, así que es es difícil hacer una comparación.  Ahora, dos jóvenes actores nos ofrecen la oportunidad de ver dos versiones de una obra al mismo tiempo.   

Con la inquietud de generar un proyecto propio y explorar sus habilidades histriónicas y corporales,  Sonia Franco  y  Pablo Marín  se impusieron el reto de embarcarse en algo bastante aventurado e innovador.  Elegir una obra, convocar a dos directores escénicos y actuar ambos en las dos propuestas.  

Para este experimento, la obra elegida fue ESCOCIA de la autoría de Gibrán Portela, joven dramaturgo y guionista mexicano.  En cinematografía se dio a conocer por ser el coautor de dos de las películas que más premios han obtenido recientemente -"Güeros"  y  "La Jaula de Oro", en tanto que en teatro se ha hecho merecedor, entre otros reconocimientos, del Premio Nacional de Teatro Joven Mancebo del Castillo en 2008 por "Alaska"  y  el Premio Nacional de Dramaturgia Emilio Carballido po "Hay un lobo que se come el sol todos los inviernos".  

Luego, fundaron la Compañía Pato Lobo, para la cual ésta es su primera producción.  A fin de conseguir financiamiento, acudieron a una fondeadora, a través de la cual amigos, familiares y conocidos aportaron los recursos económicos que cada quien podía.  Es así como en 2015 surgió y pudo concretarse el Proyecto ESCOCIA.  

Junto con el productor, Raúl Morquecho, Sonia y Pablo convocaron a Silvia Ortega Vettoretti y Ginés Cruz, ambos reconocidos, con amplia trayectoria y visión diametralmente opuesta sobre cómo traducir un texto a lenguaje teatral para llevarlo a escena.

La complejidad de la propuesta representa un monumental reto para los dos actores.  Aquí no sólo tienen que memorizar un texto sino matizar sus parlamentos en forma y ritmo distintos, así como ajustar su corporalidad en el transcurso de la obra bajo las órdenes de diferentes directores. 

La historia versa sobre una joven que está huyendo.  Teme por su vida.  Había salido a divertirse, tomó de más y tuvo relaciones con un desconocido.  Luego, se desató la violencia.  Le asusta la sangre. La verdad, estaba tan ebria que no sabe con exactitud qué sucedió.  A su mente sólo llegan fragmentos aislados ... golpes ... gritos ... balazos.  Lo único que le queda en claro es que si no logra escapar, morirá.  El peligro es inminente y está acechándola.  Se encuentra en un lugar público, suciol, es probable que esté cerca de la carretera porque escucha el tráfico.

Observa su rostro en el espejo y se grita "¡Concéntrate!".  Está agotada, confundida y aterrorizada.  Queda la duda:  Si se comportara de otra manera, no estaría en este lío.  Acuden a ella imágenes pasadas y presentes, divaga.  Se pregunta:  "¿habrá futuro?".    No se da cuenta de que no está sola.  Un hombre la ha estado mirando.  No se conocen entre sí.  Al parecer, él también huye.  Como ella, está enfrascado sus propias vivencias, incluso, rememora su primer amor cuando aún era niño.  Por fin, sus miradas se cruzan.  Tal vez este encuentro sea para hacerse compañía ... 

El texto de Gibrán Portela es interesante.  A pesar de las ambigüedades --si la protagonista no sabe qué ocurrió, menos lo sabe el público--, el autor le da la estructura de un misterio a resolver, logrando con ello captar la atención del espectador, quien utiliza su imaginación para desenmarañar los hechos.  El relato es en presente, pero viaja hacia otros tiempos, así como a lugares y situaciones distantes.  La interacción entre los personajes es escasa, más bien cada uno de ellos está sumido en sus pensamientos, como suele suceder en momentos de crisis o desesperación.

El montaje de Ginés Cruz es psicodélico y vertiginoso, demandando gran destreza corporal de su elenco.  Lo ubica en una especie de salón privado en un antro.  La iluminación es tenue, casi ausente.  Predominan los colores oscuros, sobre todo, el negro.  La música es moderna y estridente.  Por decirlo de algún modo, divide el escenario en dos partes y coloca al actor y a la actriz por separado.  Dimensiona la comunicación en tal forma que aun cuando se supone que están conversando entre ellos, en realidad, están hablando de frente al público como si estuvieran monologando.

En cambio, el montaje de Silvia Ortega Vettoretti es pausado.  Ella da particular relevancia a las palabras y cuida que sus actores tengan perfecta dicción y provean las inflexiones de voz requeridas, así como las expresiones y movimientos corporales pertinentes.  Ubica la acción en un baño público.  El espacio está muy  iluminado.  Un músico ejecuta en vivo su instrumento, al lado del escenario, a fin de dar realce a ciertos momentos en forma estratégica.

Tanto Ginés Cruz como Silvia Ortega Vettoretti realizan un impecable trabajo de dirección, sus trazos escénicos son pulcros y definidos conforme a la percepción personal de cada uno.

El desempeño histriónico y corporal de Sonia Franco y Pablo Marín es extraordinario en ambos montajes.  Debido a que el personaje de Sonia es el eje central de la historia y tiene más parlamentos, Sonia destaca en lo histriónico.  Sólo una actriz de su talla puede proveer de tantos matices a su personaje.   Por su parte, Pablo hace gala de su corporalidad en el montaje de Ginés Cruz.  Es un caso de esfuerzo extremo por parte del elenco, una exploración a fondo para medir la fuerza de sus capacidades profesionales y la de sus habilidades físicas.

Complementan el equipo creativo:  Félix Arroyo en escenografía,  David Ortiz en diseño sonoro,  y  Gisel Sandel en diseño de vestuario.  Todos con acertados trabajos.

La producción es de la Compañía Pato Lobo.

Estamos ante un proyecto ambicioso, cuyo camino estuvo plagado de dificultades a vencer, pero, cuyo resultado, gracias a todos los participantes, fue llegar a buen puerto.  En ESCOCIA el gusto está en la diversidad.  En mi opinión, no puede decirse que un montaje sea mejor que otro, en virtud de que son tan distintos que no hay punto de comparación.  Tanto el vanguardista como el clásico son estupendos.  Aquí el que realmente sale ganando es el espectador.  En los foros en que se presentó ESCOCIA anteriormente, la mecánica era un montaje por función, es decir, tenías que acudir diferentes días para poder ver ambos.  En su temporada actual es la primera ocasión en que se representarán los dos montajes en una misma función.  Así que no pierdas esta gran oportunidad.  Además de aprovechar el 2 x 1, verás una impactante historia en dos versiones distintas con actuaciones memorables.  Primero verás la dirigida por Ginés Cruz y, tras un breve intermedio, la dirigida por Silvia Ortega Vettoretti.  

ESCOCIA
se presenta viernes a las 20:00 horas,  sábados a las 19:00 horas,  y
domingos a las 18:00 horas  en el
TEATRO BENITO JUÁREZ
ubicado en Villalongín número 15, colonia Cuauhtémoc
--cerca de la Estación Reforma del Metrobús--, Ciudad de México.
El costo de la localidad es de $141.00
con descuentos acostumbrados para personas con credencia vigente.
La temporada concluye el domingo 19 de noviembre de 2017.


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