KIWI







 
K I W I
 
Texto  y  fotografías:  Eugenia Galeano Inclán
Abril 2017 
 
Existen temas ante los que algunas personas quisieran cerrar los ojos, o bien, mirar hacia otro lado.  A modo de ejemplo, pudiéramos citar los niños en situación de calle, llamados coloquialmente niños de la calle.  En efecto, este tema pocas veces es abordado en las pláticas cotidianas y más triste aún es que las autoridades ciudadanas hacen poco por ayudarlos.  Podrían destinar presupuestos para encauzarlos pero, en lugar de esto, hay seres tan deleznables que prefieren eliminarlos para quitarse del problema. 
 
Lo cierto es que los niños de la calle son personas con cualidades y defectos.  La diferencia entre ellos y los demás es que la vida no les ha brindado oportunidades.  Son seres carentes de educación que nacen y viven sin cariño, a quienes no se les han inculcado principios morales y que, por lo general, son abandonados a temprana edad para verse precisados a subsistir por sus propios medios. Sin estudios, les es mucho muy difícil conseguir un trabajo remunerado, por lo que día con día luchan por tener algo que llevarse a la boca.  Su supervivencia depende de los ingresos que obtengan y no importa si estos son lícitos o ilícitos.  Aun cuando tengan buenos sentimientos, tienen que delinquir para poder comer.  Su soledad hace que se junten con seres en sus mismas circunstancias para formar lo más cercano a una "familia".  Los mayores brindan apoyo y protección a los más pequeños, pero también les enseñan la manera en que ellos se ganan el sustento, aun cuando sea ejerciendo la prostitución o dedicándose al tráfico de drogas.
 
Con gran conciencia social, el dramaturgo quebequense Daniel Danis escribió KIWI, una historia que mueve y conmueve,  a través de la cual revela el lado humano de una niña de la calle.  Un oscuro entorno desde una visión poética.  La protagonista, KIWI, relata sus vivencias en primera persona.   Los recuerdos que tiene claros en su mente, los comparte sin ambages y aquello que no le consta -como las llaves que supuestamente le heredó su papá- los expresa, añadiéndoles en forma graciosa el sufijo "dicen".  Vive con sus tíos, quienes no le tienen cariño y la consideran una arrimada.  Tras la inminencia de un desalojo, los tíos optan por deshacerse de KIWI y la abandonan a su suerte en un carrusel.  Tras ciertas peripecias, KIWI es adoptada por Tangerina y es así como llega al núcleo de una peculiar familia, en donde los integrantes cambian sus nombres propios por nombres de frutas.  KIWI conoce ahí a Lychee, con quien se identifica desde el primer momento.  Nuez y Cereza también están dentro de este grupo.  En medio de sus carencias se alegran de tener nombres de frutas o verduras, sienten que contribuyen a que el mundo sea más ecológico.   La gran ilusión de todos es poder tener una casa donde vivir.  Por lo general, pasan hambre, pero son solidarios y no dejan de hacer planes a futuro.  KIWI se sorprende mucho cuando le dicen que tiene que "tomar marido", pues apenas tiene 12 años de edad.  Si usted desea saber qué más ocurre en la vida de KIWI, la cita es en el Teatro Sergio Magaña.
 
Tras su publicación en 2007, KIWI ha recibido diversos galardones, entre los cuales destaca el Premio Louise La Haye.  Daniel Danis es el primer dramaturgo que ha obtenido tres premios de manos del Gobernador General de Canadá y en el año 2000 la República Francesa le confirió el título de Caballero de Artes y Letras. La traducción al español de KIWI fue realizada fielmente por Boris Schoemann.
 
La propuesta escénica de Boris Schoemann para KIWI se basa en la calidad histriónica de su elenco y con tan solo dos sillas ubica al espectador en diferentes entornos. Su labor de dirección es extraordinaria, aplica su poética a través de coordinados movimientos programados con precisión. El vestuario diseñado por Pilar Boliver es idóneo y de tal practicidad que mediante mínimos cambios se va ajustando a lo requerido. Coadyuvan acertadamente al montaje Joaquín López "Chas" en el diseño sonoro y Fernando Flores Trejo en el diseño de iluminación.

La producción de KIWI es de la Compañía Los Endebles, A.C.  El encargada de difusión y relaciones públicas es Enrique Saavedra.

Olivia Lagunas, quien es sin lugar a dudas una de las más brillantes actrices jóvenes de nuestro país da vida a una KIWI tierna, dulce y encantadora. Guillermo Villegas interpreta en forma muy convincente a Lychee, el amigo incondicional de KIWI. Ambos trabajos son dignos de encomio y seguramente serán recordados por siempre.  Próximamente Guillermo Villegas será sustituido por Gerardo del Razo.

Una obra que nadie que se precie de estar interesado por el quehacer teatral debe perderse.  El texto de KIWI es de excelente factura y una excelente traducción lo pone a nuestro alcance. Una historia entrañable que expone la cruda realidad de los niños de la calle en forma respetuosa y muy humana. Por paradójico que parezca es como visitar un aterrador entorno desde la perspectiva de una estética artística incomparable.  Hace tres años KIWI cubrió una exitosa temporada y ahora regresa para quienes no la vieron o quieran disfrutarla de nuevo.  En esta ocasión cubrirá dos breves temporadas.

KIWI se presenta durante abril los sábados a las 12:30 horas y, a partir del sábado 6 de mayo de 2017, sábados  y  domingos a las 12:30 horas en el TEATRO LA CAPILLA, ubicado en Madrid número 13 -casi esquina con Centenario-, en Coyoacán, Ciudad de México.  Su duración es de 50 minutos.   El costo del boleto es de $200.00.  Adolescentes y adultos.  La primera temporada concluye el domingo 29 de abril, en tanto que la segunda, el domingo 25 de junio de 2017.


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