LA NOSTALGIA DE LAS PEQUEÑAS COSAS

 
Cartel




 
LA NOSTALGIA DE LAS PEQUEÑAS COSAS

Texto  y  fotografías:  Eugenia Galeano Inclán
Septiembre 2016

Todos hemos sufrido pérdidas.  Desde luego, las humanas son las más dolorosas.  Cuando un ser amado se va caemos en el desconsuelo.  Si perdemos un amor o una amistad, no sólo nos duele sino que lo extrañamos.  Perder la salud es de lo peor que puede ocurrir y perder la memoria es mucho muy triste.  Por otro lado, también están las pérdidas materiales.  Existen casos en que por un mal negocio o inversión se han perdido fortunas enteras, lo cual devastaría a cualquiera.  En la vida cotidiana, perdemos objetos que son nuestros preferidos sea por sentimentalismo, por quien nos lo obsequió o simplemente porque no nos gusta perder lo nuestro.  Es posible que perdamos más tiempo del debido al tratar de encontrar algo perdido.  De cualquier forma, nos entra la nostalgia.

Ángel Luna, a quien hemos conocido, primero como actor, en obras tan exitosas como Monster TruckAbrasados  y  Desvenar, entre otras, y después, como director de escena en Satisfaction (aún en cartelera).  Aquellos que vieron Desvenar, saben que Ángel es cantante, pero pocos saben que también es músico.  Ahora, Ángel echa mano de sus conocimientos y experiencia para incursionar en la dramaturgia con LA NOSTALGIA DE LAS PEQUEÑAS COSAS, un texto estructurado que describe un lugar utópico donde se puede encontrar todo lo perdido, sea tangible o intangible, mientras habla de las relaciones humanas, el amor, el desamor, la familia, los apegos.  En su relato, Ángel alude a lo que es irrecuperable, lo que nunca se ha tenido y lo que está verdaderamente perdido, incluye referencias al álter ego y a mundos alternativos y hasta se aventura a exponer su propia teoría del bing bang.  El final no es complaciente, pero sí esperanzador.

Los personajes son cuatro:  Mario, una mujer sin nombre, Globo y Glänzend.  Los tres primeros están en búsqueda de algo y, por ello, deciden emprender el viaje.  Mario perdió al amor de su vida.  Un día recibe una carta de la mujer amada, citándolo en el Caribe. Desafortunadamente, durante el trayecto pierde la memoria y no recuerda qué es lo que lo impulsó a ir allá.  El deseo de la mujer sin nombre es encontrarse a sí misma, saber quién es.  En tanto que Globo es un niño que durante mucho tiempo ha estado esperando a su padre, hasta que decide buscarlo.  Gläzend es quien los llevará al lugar de las cosas perdidas.  Al contrario de Caronte, el barquero que transportaba las almas de los muertos hasta el reino del inframundo, Glänzend ofrece un viaje hacia la esperanza.

De vez en cuando, los personajes se desdoblan y expresan sus pensamientos a una sola voz.  Asimismo, hay interacción con el público, lo que propicia que el espectador se integre mejor y, tal vez, al evocar memorias personales en algún momento sienta que se está escenificando algo que le inquieta.

No sabemos si Ángel creó primero la historia y luego la acción o viceversa, el caso es que nos presenta una historia donde la palabra va de la mano con el movimiento, en forma tan coordinada que lejos de opacarse el uno al otro, ambos lucen por igual.  El creativo diseño del dispositivo escénico consiste en la exploración de un sinfín de posibilidades tanto en los elementos escenográficos como en la corporalidad humana. Parte fundamental ocupa la composición musical y las consistentes letras de las melodías, todo lo cual es concebido exclusivamente para el proyecto.  Los actores cantan individual o al unísono, acompañándose tan solo por un ukelele que ellos mismos ejecutan, logrando una excelente acústica.  El resultado es estético y la dinámica impresionante. La labor de dirección por parte de Ángel es impecable. 

¿Qué mejor lugar para hallar una utopía que el mar?  El relato está enmarcado junto al mar, ante una inmensidad insondable y con los sonidos propios del lugar -unas cajas con arena cuya resonancia es tan tranquilizadora como la de los palos de lluvia.  El viaje da inicio en un muelle que después se irá transformando en múltiples figuras tal como se logra en el juego Lego con el que construimos tantas cosas en la niñez. 

La elección del elenco y del equipo creativo es inmejorable.  Los jóvenes actores Andrés Torres Orozco (Glänzend),  Xóchitl Galindres (Globo), Florencia Ríos (la mujer sin nombre)  y  Aldo Barhego (Mario) encarnan a los personajes proveyéndolos de expresiones y tonos de voz adecuados.  Su labor histriónica y corporal es estupenda.  Han abrazado con calidez el proyecto y muestran su compromiso desbordando entusiasmo sobre el escenario. 
 
Contribuyen a la magia para que el espectador pueda ver el entorno onírico Roberto Paredes mediante su iluminación y Emilio Narváez en la realización del dispositivo escénico.  Laura Álvarez Zanollo capta la esencia de la obra al diseñar y realizar un vestuario con colores llamativos, básicamente rojo, azul y amarillo, con los cuales juega dándoles variación, de modo que cada prenda luzca distinta.  La fotografía es de Carlos Alvar, en tanto que el diseño gráfico es de Roxana Deneb y Diego Álvarez.

De la producción, difusión y relaciones públicas se hace cargo Sandra Narváez.  Adriana Jiménez brinda asistencia en la difusión.

Se dice que a través de una obra conocemos un relato y también parte de la esencia del autor.  De ser así, vemos en Ángel a un joven sensible y soñador, pero con los pies bien firmes sobre la tierra, mente brillante llena de pensamientos y reflexiones, imaginación ilimitada, determinado a vivir en un mundo mejor y luchando por ello desde su trinchera, no con armas, sino con sus artificios teatrales.  LA NOSTALGIA DE LAS PEQUEÑAS COSAS ha recibido su primer reconocimiento al resultar ganadora en el Circuito de Jóvenes Directores y Dramaturgos.

¡No se diga más!  Quedas cordialmente invitado a dejar de lado tus problemas cotidianos y refrescarte zambulléndote en las aguas de un mar de ilusión.  Tus compañeros de viaje serán jóvenes bellos que te contagiarán su energía y buena vibra.  A su lado comprenderás que la vida es un privilegio que a cada momento ofrece algo nuevo y que debemos disfrutarla al máximo, sin permitir que nos distraiga la añoranza por lo perdido, pues esto sólo desgasta.  Guardemos en el corazón el amor de quienes han partido y en nuestra memoria todos los sucesos que nos han marcado.  Lo material siempre puede reponerse o sustituirse.   ¿A poco no se te antoja? 
LA NOSTALGIA DE LAS PEQUEÑAS COSAS se presenta  sábados  y  domingos  a las 13:00 horas  en el FORO A POCO NO, ubicado en República de Cuba número 49, Centro Histórico -cerca de la Estación Allende del Metro-, Ciudad de México.   La temporada concluye el domingo 2 de octubre de 2016.
 


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